¿Quieres caminar conmigo?


Era una noche de lluvia de estrellas.

Bastante gente nos habíamos acercado al límite de la ciudad, cosa de ver más oscuro el cielo.

Y ya sabes, te tumbas en el suelo para que no se te quede el cuello como cuando te sentaste en la primera fila del cine.

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Entonces, pasa una familia andando.

Familia normal.

Niño, niña, papá y mamá.

Y sus frases van pasando fugaces entre nuestras orejas. Solo hablaban la niña y la mamá.

La niña estaba muerta de miedo. Berrinche. Cerebro bloqueado. Era de noche y en esa zona sabía que había jabalís.

Jabalíes.

Jabalinas.

(Las tres valen según los guardianes de la RAE)

Y la niña solo lloraba y gritaba que quería irse de ahí.

Necesitaba estar en brazos, pisar asfalto o cuatro paredes. 

Seguridad, calor y cueva.

Pero era el plan que habían hecho los padres y la niña lo estaba chafando con "sus tonterías". Eso pensaba la mamá y así lo expresaba:

1. «Deja de llorar y tener miedo que lo estás estropeando todo.»

2. «Esto está lleno de gente y todos se están dando cuenta de que eres tonta.»

3. «Si no te portas bien ahora, nunca nadie te va a querer.»

Y mamá no daba su brazo a torcer, seguían andando campo adentro y la niña se había convertido en su enemiga. 

Y papá era fiel a mamá. 

Y niño callaba.

Y la niña montando el berrinche "solo para molestarles".

Imaginando jabatas y jabatos solo para tener miedo y llorar y gritar más y más alto.

"Y así, nadie, nunca, la iba a querer." (O eso decía el hechizo)

Traducción: Tus sentimientos no importan, aprende a esconderlos y olvidarlos si hay gente delante porque es la única manera de que aparezca un príncipe azul, te salve y te lleve a su palacio para que le friegues los suelos.

Para bien o para mal hechizamos a nuestros peques.

Yo te enseño magia blanca si te apuntas ahí abajo: